Sólo si el destino lo quiere la vas a volver a ver. Te va a devolver los 25 centavos y no va a parar de sonreír. Con su campera enorme, su naricita morada por el frío, y su voz de quinceañera tierna que te hace confundir en la edad que puede tener.
hace frío, tu voz no existe, pero el sueño se cumple. por fín, en una parada hablás, esperando un colectivo hablás, seguro por la hora, porque no hay nadie ahí, sólo ella y vos. hasta dónde va, qué mejor y más rápido tomarse otro, pero que no te querés ir de ahí porque no la vas a poder seguir viendo. pensás y decís, decís más de lo que pensás, de lo que te gustaría que te diga, de lo que te gustaría decirle. ella vuelve su mirada hacia la avenida, cuando te mira le sonreís vergonzosamente, con mil palabras en la lengua, y una caricia en el bolsillo. pensás cómo tomaría si le convidas un viaje en taxi, aunque ya te dijo donde iba, alejandose tanto de tu destino. pensás cómo podría reaccionar si la invitas a pasear en taxi, tal vez para hablar, que el tachero sea otra vez testigo de la noche, y vos sepás su nombre, tal vez su color favorito y si usa medias o polainas.
pero los taxis siguen de largo, ella se da vuelta y comenta la tardanza del colectivo, por primera vez deseás que no venga, que el frío siga jugando a acariciar su rostro, coloreando sus mejillas.
llega, llega, y se suben juntos. ella y sus moneditas, caen, son rechazadas, es de noche, no importa que alguien tarde con los centavos. sigue poniendo monedas, las siguen rechazando, sacas la mano y con el gesto más hermoso de la velada le depositas 50 centavos para que te mire y te agradesca, para que te espere a que vos dejes tus 90, y te pregunte cuanto le habías puesto.
y no sabes si eran 50 o 25,
pensás que son 50, no decís nada.
ella te da 25.
le decís que no, que por favor, que no te lo podía devolver, ella dandose vuelta ve el mundo y camina hasta el.
y vos, tan pelotudo. te quedas con la moneda en la mano y te quedás parado en el medio.
la mirás ella no te mira. la mirás deseando que te mire, pero no te mira, la puta madre, no te mira.
y vos ya te bajás y ella no te mira.
un segundo en donde te imaginás bajando, ella corriendo o tirandote por la ventana algo. pero no.
esas cosas sólo en mundos inexistentes. te bajás, y comenzás el pedido al destino para volver a encontrartela otra vez.
cuándo, dónde
no sabés.
sólo el destino hará que la vuelvas a ver sonreir; con la excusa de que te debe 25 centavos le pedís al destino que la encuentres otra vez.
03 mayo 2008
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2 comentarios:
Solo en otro mundo, pero seria tan real sino fuésemos tan cobardes!!!
te extraño
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