18 febrero 2009

Estaba soñando qué:

Lapegüe trabajaba para canal siete, o algún otro canal Dominado por el estado. Soñé que era el aula magna de alguna universidad, o un anfiteatro, qué había personas reunidas para discutir de política y para ver qué hacer con el mañana. Soñé que la gente se reunía para debatir y se callaban cuando otros hablaban. Qué escuchaban en silencio y anotaban los puntos que no compartían, qué no se interrumpían y dejaban expresarse libremente. Hasta que llegó Lapegüe.
Lapegüe había llegado para entrevistar a alguno de los participantes de dicha “reunión”. La sala esta llena, sentados en butaquitas esperando su turno. Lapegüe se sienta en los escalones de uno de los pasillos del costado, más precisamente del lado izquierdo del escenario mirándolo de frente, adelante, en la quinta fila central. Lapegüe hace una pregunta a uno que está parado hablando y la sala se viene abajo. Se viene abajo porque la gente empieza a gritar, y ya no dejan escuchar, se viene abajo porque la gente quiere gritar su verdad y no deja escuchar la de nadie más. Multiplicado esto por los centenares de personas que hay, no lo hace un lugar agradable para esperar. La gente empieza a cantar, peronistas por acá, radicales por allá. Diez minutos. La gente se calla. Lapegüe sigue sentado en los escalones del pasillo de la izquierda del escenario mirándolo de frente, en la quinta fila central. Todos callados, como apagados de un segundo al otro. Lapegüe pregunta por la presidencia de Fernández, y la de su marido. Uno responde, eufórico, defensor a rajatabla. Defiende cada una de las medidas tomadas, y dice que se siente representado. Se para una mujer del fondo, no más de 20 años y pide la palabra. Empieza a hablar de las medidas mal tomadas de los dos últimos mandatos que se sucedieron pero no dura ni dos minutos. El de adelante se da vuelta y la putea. Le grita. Y otra vez se viene todo abajo. Cantan la marcha peronista, cantan canciones a favor de la presidente. Lo bueno es que en algún momento se callan y dan lugares a los otros, o tal vez siguen cantando pero disminuyen los decibeles de sus voces para escuchar que cantan los otros. Los otros, sumado la niña de 20 años cantan canciones con rimas forzadas, sobre gente opositora al gobierno. También están los que no cantaron al principio, ni ahora. Se quedaron callados. Están callados. No gritan, hacen caras, se lamentan. Pero no gritan.
Lapegüe habla por encima de la niña de 20 años que canta canciones con rimas forzadas, se había parado para llamar la atención de los presentes. Ni bien acaparó la atención de la mayoría, vuelve a sentarse, esta vez mirando a la gente. Empieza a hablar. Se le escuchan palabras como burgués, gente con plata, gorilas, golpe de estado, democracia, y en el final se escucha: “porque seguramente algunos prefieren irse a vivir a Francia que quedarse acá, sin saber que la revolución romántica nunca existió”.
Al segundo se para un hombre de pelo largo atado. Se queda parado en la octava fila de butacas de la izquierda, a la izquierda del pasillo donde Lapegüe estaba sentado. Lo mira al periodista y abre su boca “Prefiero soñar que existe algo más, prefiero irme a París buscando un ideal, que quedarme acá entendiendo cada vez más porque la política con gente como vos es una mierda. No quiero ofenderte, pero la gente como vos y la mayoría de los que están acá, me dan asco. Me encantaría que se den cuenta que están yendo por mal camino, por los caminos más largos, pierden tiempo. Tienen poder y pierden tiempo, duermen con poder y lo ejercen para su propio beneficio y el de algunos pocos. Me dan asco la gente así. Me dan asco ustedes. La política no es esto. La política no es una de fútbol, no se quien canta más fuerte, quién la tiene más larga. La política no es cuestión de bajare los pantalones para que otro vea la flor de pija que decís tener, y antes de darse cuenta te la esté chupando. La política es una mierda, con gente como ustedes”. El silencio estaba presente, Lapegüe lo miraba con los ojos abiertos, con una sonrisa y la mano en le micrófono. Todo el mundo callado, pero el señor de pelo largo atado seguía parado. El periodista estaba a punto de emitir palabra, pero el señor de pelo largo siguió hablando, ya había tomado mucho aire. “La política tiene que ser un camino, un bien, no un negocio. Los hijos de puta que hacen negocios con la política son exactamente eso, unos hijos de puta. Los hijos de puta que quieren imponer su verdad con miedo, son exactamente eso, unos hijos de puta. La política tiene que ser el camino para llegar a los otros, a los vecinos, a nuestros hijos, a nuestros enemigos. No tiene que separar. No hay que separar como acabás de hacer vos, que los que están en contra del gobierno son gorilas, son golpistas. Yo no soy golpista, yo no quiero un golpe de estado, yo no quiero levantarme en armas, yo no quiero bajar a nadie por la fuerza, más que la del voto popular, entonces no me podés decir golpista por no estar de acuerdo con vos. Con ustedes, con la mayoría de lo que están acá, por suerte en silencio, con ganas de putearme, pero por favor, déjenme hablar. Muy pocos nos quedamos callados escuchando sus canciones sin sentido, su amor y odio entre ustedes y hacia este gobierno, ahora déjenme hablar a mí, o a cualquiera que se quedo callado escuchándolos. Está bien, a la salida pueden cagarme a trompadas, pueden amenazarme, pueden poner a cualquiera contra mi, está bien, a mi no me importa eso de verdad. Ustedes deberían usar la política para otra cosa, no para separar. La política tiene que unir, no tiene que concentrarse en uno sólo, en unos pocos, tienen que representar a todos, se tiene que llegar a un consenso común, y no al beneficio de unos pocos. Acá no entienden que tienen que dejar de ver quién la tiene más larga, y tienen que empezar a saber usarla. La política como ustedes la están planteando acá, es una mierda. Para qué creer en algo que puede ser bueno si la gente sigue haciendo las mismas cagadas de siempre. No aprendieron, dicen que aprendieron y no aprendimos nada. Y eso, es una mierda. Más allá de cantar y de putearse, ninguno habló de lo que hay que hacer y de cómo se podría hacer, nadie habló de soluciones o de posibles soluciones, nadie habló ni de las causas, sólo hablan de las consecuencias. Pero no se dan cuenta que pueden prevenir esas consecuencias, que por tratar a la política como un medio para hacer negocio, dejan proyectos archivados, escondidos en los cajones. Qué pasa después, llegan las consecuencias, nos ponemos las botas y vamos a ver la realidad. Decimos que esto es una catástrofe, y lo primero que hacemos cuando volvemos a nuestras mansiones calentitas es abrir el cajón y aprobar un proyecto que hace meses que estaba guardado. Decimos que hacemos las cosas bien, y nos regocijamos en lo que hacemos bien, sin tener la estúpida moral de entender que podíamos haberlo hecho antes. Siempre acá primero llegan las consecuencias, lo primero que hacemos cuando llegamos al poder, es aumentar el poder adquisitivo que tenemos, llenarnos los bolsillos, hacer negocios. Después sí, tal vez, ayudamos. Y no me vengan con que hicieron cosas bien, porque sí, alguna vez alguien habrá hecho algo bien, pero siempre hacen cagadas. Y sabés qué Lapegüe, yo puedo añorar a alguien que fue presidente cuando yo no había nacido todavía, pero eso no significa nada, acá todos creemos que mirando a los lideres del pasado podemos vivir, sin entender que la historia implica transformaciones a lo largo del tiempo. Seguramente, en unos cuantos años, cuando la gente se canse de ser tan necia, esto que estoy diciendo lo dirá una mayoría, qué hermoso seria, qué hermoso sería. Qué hermoso sería que la política sea un camino para llegar al de al lado, que primero estén nuestros hijos, y luego nosotros. Qué primero esté la comida para que nuestros hijos dejen de tener dolores de panza, y después el bolsillo. Qué antes del bolsillo esté la creación de oportunidades para los que no las tienen a centímetros de la mano. Qué seamos una patria, pero no una patria como la ven ustedes de bandera celeste y blanca. Una patria de ser latinoamericanos, de ser del hemisferio sur, de ser del mundo, de ser humanos. De ser todos iguales, del país que seamos, que seamos humanos, y nada más que eso, lejos de banderas de mierda, de nacionalismos mentirosos y de patrias sin sentido. Qué hermoso sería si se dieran cuenta que no somos propios a un país, o a una región. Qué hermoso sería si pudieran entender que la política no se trata de quien la tiene más larga, si no de cómo se usa, en silencio, sin decir nada, usarla, hacer. Hacer que la política valga la pena, y no crear personas como uno. Qué mientras los escucha cantar, y decir que la verdad es la de uno, nos dan ganas de irnos. De irnos a la mierda, porque hacen que descrea completamente de todo esto. Cada uno que sube, aumenta su codicia, cada uno que tiene poder, quiere más y más, miente, es soberbio, y hace política con nosotros, los humildes. A mi me tienen podrido que me usen para darles votos, sí, debo admitirlo, sirve, pero no salimos a ningún lado. Mi hijo no tiene para comer, pero una vez cada tanto ellos me dan, para que me acuerde de votarlos. La política no es ganarse los votos, es hacer. La política no es mantenerse en el poder años, no saben lo hermoso que sería llegar, hacer que las cosas realmente cambien e irse, no tener que volver. Por qué no tener que volver, porque el que me sigue se dio cuenta cual es la forma de hacer política. Y así poder formar una cadena de personas que sepan como manejar esto. Sin cagarse en la gente, sin cagarse en los demás, sin ser uno mismo el que se pone adelante d el resto, sin ponernos en primer plano. Pero eso no va a pasar nunca. Prefiero creer en la revolución romántica de las cosas, prefiero creer, cada vez mas o cada vez menos, ya no lo sé, porque estar acá me da ganas de seguir soñando, pero escucharlos hablar y ver lo que hacen me dan ganas de mandar la política a la mierda. Porque no tengo el poder necesario como para llevar a cabo lo que pienso, se que hay otros pensando como yo, que si lo pueden hacer. Y sí, por lo menos yo admito que no puedo, y eso no es nada malo, es ser realista. Pero otros sí pueden, y allá escondidos, embarrados, regalando lo poco que tienen para comer para que otros coman, construyendo, dándoles algún tipo de afecto a los más necesitados de eso, hay gente que realmente está haciendo las cosas bien, es poca, por mala suerte. Y hace un rato hablé de que quieren imponer su verdad, yo si quisiera imponer mi verdad, estaría cagándolos a tiros a todos porque me pudrieron, para que entiendan como son las cosas, porque lo que más quiero es eso, en realidad no. No quiero que entiendan lo mismo que entiendo yo, quiero que se den la posibilidad de pensarlo, de imaginarlo, de llevarlo a cabo. Dense una puta posibilidad de dejar los egos de lado, de dejar de pensar en quién la tiene más larga o no. De dejar de imponer miedo. Yo no estoy imponiendo miedo. Yo espere mi turno, encontré el momento justo, y tengo que agradecerles por dejarme hablar, a pesar que allá se haya escuchado algún que otro insulto. Yo no quiero imponerles mi verdad, porque ni se si mi verdad es la correcta, pero por lo menos no me bajo los pantalones para que otro me la chupe mientras yo sonrío, no me arremango las mangas después de las consecuencias. No pienso a la política como equipos de fútbol, como medios de espectáculos que se vuelven escenas de crímenes jamás resueltos. La política no es eso, y sí es eso, lamentablemente, es una mierda, y me dan ganas de descreer completamente de ella”. La gente seguía callada…



Abrí los ojos, prendí el televisor. Sonreí al acordarme que por lo menos todavía existen tipos como Sloto o Tenembaum. Lo apagué. Me levanté y seguí sonriendo más al ver el diario cerca de la cama, al darme cuenta que Lanata todavía nos habla. Cerré los ojos, y quise seguir soñando. No pude. Los volví a abrir, estiré el brazo para terminar con la sonrisa más grande al agarrar un libro y darme cuenta que la prosa de Caparrós cada día es más hermosa.

1 comentario:

Catalina tenía la rutina... dijo...

Prefiero creer en la revolución romántica de las cosas, prefiero creer...

Vos viste los edukadores? es posible que te guste... =)

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