Y el por qué de las relaciones que te llevan a escribir pelotudeces así.
Tal vez si el mundo sería más sencillo nos ahorraríamos miles de lágrimas, miles de litros de alcohol, y no tendríamos noches de vigilia. El estomago no se nos cerraría y las charlas de semanas enteras no se basarían siempre en lo mismo.
El mundo debería ser más sencillo. Las personas deberían ser más simples, las relaciones deberían ser más reconfortantes.
Imaginarse un mundo en donde las personas lleven un cartel en el pecho, donde tengan escrita la frente o algún tipo de señal visible, algo superficial. Que una persona use una remera con dibujos, que cada dibujo tenga su propio significado y que todos conozcamos esos significados, haría del mundo ése edén que mucha gente quisiera vivir y cual tantos otros rechazarían.
Un dibujo, un cartel con algún tipo de tipografía, o un color de ropa para la gente “tengo ganas de enamorarme”; otro color distinto, o una gorra, o una vincha para las personas
“sólo creo en los amores platónicos”; tal vez un violeta para “primero cojo, tal vez después me enamoro”; unos zapatos especiales “no me voy a enamorar nunca de vos”. No sé. Tantas cosas podrían ser útiles en ese mundo sencillo y sin complicaciones relacionadas a las relaciones de dos.
Una forma especial de caminar, o una dialéctica intelectual para “no creo en el amor, el amor es para gente débil”; agarrar los cigarros de tal forma para “el amor no existe”; un peinado y los ojos con lentes de contactos verdes “hace tres años que no tengo amor”, o una bufanda grande para “acabo de salir de una relación tortuosa y quiero estar sola”; polleras y pantalones grandes para “me enamoro del primero que pase”; un paraguas que signifique “mi amor no dura más que un mes”. No sé… tantas formas podrían existir para que sepamos reconocer.
Ése mundo en algún punto sería igual a nuestro hoy, con la clara diferencia de la constante percepción visual del estado ajeno. Tal vez una cosa es saber en que estado se encuentra la persona y otra cosa es verla porque la otra persona lo tiene a flor de piel. Tal vez así, gracias a lo visual, podríamos pensar treinta y dos veces antes de seguir avanzando. Es que claro, una cosa es pensarlo, tenerlo en la cabeza y olvidarnos su estado, y otra cosa es pensar, verlo y no olvidarnos. Porque al fin y al cabo, si una persona se encuentra de determinada forma, en determinado nivel, muy pocas veces existen las posibilidades de que ese estado se transforme y acompañe al de uno.
Al existir estas formas de reconocimiento sobre el ojo ajeno, vamos a poder diferenciar con más claridad. Vamos a poder ver quién está de determinada forma, y quién se encuentra en el mismo nivel que uno.
Se podrá ver si las constelaciones concuerdan o si los mundos son completamente diferentes, ubicados a millones y millones y trillones de años luz de distancia. Así, se podrá comprender y cambiar completamente el porcentaje que se puede sacar de las relaciones de hoy en día.
Las personas que se quieren enamorar hoy en día; y sus relaciones.
En el 85 % de las relaciones de dos personas que se encuentran, y no sólo buscan el placer del sexo, uno mismo se termina desenamorando con el correr de los días; en un 9% uno se engancha hasta la medula, pero la otra persona te revolea por los aires para no volver; en un desagradable 5% ambas partes se encuentran a quintillones años luz de distancia y se desenamoran con el correr de los días; por último, sólo un 1% de las veces, ambas partes se encuentran bajo las mismas estrellas, y cada día que pasa es más lindo que el anterior.
Esto, en el mundo ideal de conocimiento superficial de conocimiento propio se volvería un 98,99999999% de las veces; las personas se encontrarían en el mismo lugar lunar (puede ser tomado referido a la luna misma, o a los lunares; yo hacía mención a los lunares) y no terminarían derramando lágrimas repetidas por ahí. El porcentaje restante de las relaciones, sería por la terquecidad de uno o de otro; terquecidad que se vive habitualmente en nuestro hoy.
Terquedad
Sin lugar a dudas, se merece un apartado especial dicha cualidad. Las personas son tercas. Las personas son estúpidas, ciegas y poco racionales. Hay gente que a pesar de comprenderlo y de haberlo pensado, de darlo por sabido, y de escucharlo por propia voz, y voz ajena, igual siguen un camino. El camino provocado por la indiferencia del otro ser humano; por el daño y por la poca importancia que el otro ser humano le puede dar a alguien. A menudo, en el mundo de hoy, nos encontramos con personas que reinciden en otros, a pesar de que estos últimos sean los seres más hijos de puta en toda la fase terrestre: tal vez por haber tratado a uno de alguna manera totalmente desquiciada y poco acorde, tal vez por usar a uno de alguna manera no aceptable o tal vez por la poca importancia que uno recibe de ese otro que uno desea.
Uno desea al que no lo quiere, uno desea al que lo trata como el culo. Uno busca a ese hijo de puta que tanto tiempo le hizo bien, pero a la vez le hizo el peor de todos sus males. Uno desea que ese idiota que hace mal, se vuelva bueno, como la mitad de las otras veces, y que puedan compartir algo junto sin la necesidad de vivir peleándose. Uno desea encontrar a alguien que le haga bien, que lo llene de paz y de felicidad, pero cuando este ser soñado le dice “hola, qué tal” uno se vuelve idiota, deshonra sus deseos y vuelve a ese ser con tanta maldad que no lo deja en paz
Hay personas que viven en la terquecidad por mucho tiempo, por meses u años. Cuando relamente se confían de haberlo superado, vuelven a reincidir una vez más. Otra vez, meses, años. Y ahí, tal vez, puede ser por fin superado, olvidado.
En el mundo ideal de conocimiento superficial de sentimientos propios, vamos a poder elegir entre seguir siendo tercos o no. Vamos a poder elegir entre un futuro incierto que puede estar lleno de felicidad con toques de agresividad, o seguir eligiendo el presente y futuro incierto de la descortés.
En ese mundo ideal de conocimiento superficial de sentimientos propios, los vinos entre amigos correrían sin el aburrimiento por parte del otro, de escuchar a uno otra y otra y otra vez hablar sobre la misma pena de desamor. En un mundo ideal de conocimiento superficial de sentimientos propios, la histeria desaparecería, las relaciones se volverían menos complicadas, y la felicidad llegaría con más facilidad.
En el mundo ideal de conocimiento superficial de sentimientos propios las personas se harían respetar, se volverían respetables, y las noches se volverían sonrisas puras.
Eso si, ese mundo ideal de conocimiento superficial de sentimientos propios, dejarían de existir aquellas canciones que nos acarician el alma, aquellas pinturas o libros que nos acompañan en los momentos que nuestra plenitud intenta llegar; el arte de la desolación, decepción y la perdida se volvería ajena, distante e inalcanzable.
También las relaciones en ese mundo ideal de conocimiento superficial de sentimientos propios no nos llevarían a escribir pelotudeces así.
3 comentarios:
LEYERON MUCHACHAS??? LEYERON???
Me parece ultra interesante lo de la permanencia visual de la situacion ajena asi no nos podemos olvidar de ella, creo que existe algo asi, pero solo con la alianza matrimonial.
Realmente una de las mejores cosas qeu escribiste.
Besos tercos
CLAP! CLAP! CLAP! CLAP!
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Aplauso monumental para aquel que fue llevado a escribir "estas pelotudeces"
gra-cias.
el mundo seria mas simple si solamente dejamos de decir palabras que hacen bien a uno, pero que en realidad estan vacias, todo ese significado que implican para el que lo usa es mentira.
asi todos seriamos mas felices.
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