Te repugna la forma de regalar historias, de abrir tus verdaderas y derramar tus miedos. Te repugna la forma de no poder inventar realidades, regalar tus sentidos en compañía de besos. Te repugna tu cuerpo al lado de uno que te asquea tanto o casi como el tuyo, que te molesta y te estorba, que te genera rechazo; pero te repugna mucho más el quedarte ahí, inerte, inmóvil, sin pararte, alejarte, ahí. Estúpido y enfermo.
Ya no te molesta regalar besos, te jode el hecho de saber que estás compartiéndote con alguien que mañana no te va a considerar como querés que alguien lo haga.
Te jode el hecho de que mañana no se acuerde de vos, se olvide de vos, y no entienda lo que quisiste decir cuando pasaba una escena y vos hablabas, sonriendo, impregnando el aire de una felicidad propia incomún de propio cuarto.
Ya no te molesta regalar caricias por ahí, prostituyendo tus manos.
Quedarte abrazado, por inercia, por una estúpida inercia que mueve tus brazos, y enreda un cuerpo ajeno a centímetros del tuyo. Cuando te das cuenta, te querés alejar, tu cara no sonríe, y tus dedos dejaron de moverse. Cuando reaccionas te mirás, desde arriba te mirás, sin sintonía con el cuerpo de al lado. El tuyo, un cadáver, o el otro el cadáver, te repugna, te genera rechazo, pero no te alejas, no te paras, te quedas ahí, con los brazos en forma de algo que no sabes qué es.
Te seguís viendo desde arriba queriendo llorar tu estúpido vacío. Te miras y querés irte, te querés alejar de ese cuerpo que respira al lado tuyo y que para vos está en Indonesia, o vos en Etiopía.
Cuando te vestiste, cuando te quedaste solo, pensás en que mañana ella se olvida de todo lo que dijiste, de todo lo que sentiste, de tu canción favorita y del recuerdo que te traen los olores. Mañana, se olvida, y vos, como un pelotudo, bajo la ducha, intentando sacarte toda esa mierda que no podes sacarte, la de sentirte ajeno a los cuerpo y a tus propios deseos.
Ya no sos besos abandonados por ahí, ya no sabes cuales son las caricias que mas te gusta dar, las das, todas iguales, del mismo color. Intentás inventar ritmos y espacios, colores, intentas inventar formas, pero no, siempre terminan siendo tan idénticas que te asqueas de vos mismo.
Lastima, lastima por tus palabras que no llegan a ningún lado. Lastima por tus palabras que regalás, sin darte cuenta realmente que no es tu intención, que tus sentidos no tienen porque regalarse a cualquier postor.
Ya no sos besos regalados por ahí, ya sos canciones y escenas que para vos tienen el significado más importante, pero para la otra persona no. Porque no te entiende, porque no te puede entender, porque esta totalmente en otro mundo, porque vos estás totalmente en otro lugar, en otra ropa y en otras palabras. Te asqueás, te das lastima, y te lastimás, te lastimás los labios besando bocas que no te interesan besar.
1 comentario:
diría "te quiero"...
pero ahora no importa.
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