Hace varios días que la cama está deshecha, escena cliché.
Por suerte, por las noches – mañanas – tardes o lo que sea, la ventana abierta compensa la insoportable loza radiante del edificio, a veces transpiro, a veces no. A veces pataleo y desestabilizo toda la cama, pero estos días la cama no se desestabilizó. En ningún momento. Al contrario, el desestabilizado soy yo, otra vez, qué cliché.
A la cama le compre una almohada nueva, tiene funda roja y sirve tanto para dormir como para apoyarse y ver el tele. No sé desde cuando la tengo, sólo sé que el otro día la saque de la sillita y la puse en la cama, la puse en la cama y me digne a dormir la primer siesta sobre ella. Pobre, tan pronto para sentirse babeada.
No me preguntes la hora exacta, ya lo sé, siempre me acuerdo la hora exacta, pero esta vez no quería ni ver el reloj, es más, el reloj-despertador está desenchufado hace varios días,cliché (prometo no decirlo más). Sólo veo el celular, y al celular no quiero abrirlo, porque como sabés tiene tapa y se abre, y cuando lo cierro me siento importante. Pero no puedo abrirlo, porque no suena. Hace días que no suena esa musiquita que le puse y que tanta felicidad me daba escuchar mientras caminamos del brazo por las grandes avenidas de nuestros barrios. Cuando suena, quiero que seas vos, pero no sos vos. Tu nombre y las palabras tontas y chistosas que le puse al lado de tu nombre no aparecen en mi celular, y no desespero ni nada, sólo me sigo resignando.
Ponele que eran las seis de la tarde, casi siete. Por mala suerte no me acosté debajo de las sábanas, así le daba un estreno como dios manda. No sé que tuvo esa almohada que a los segundos de apoyar mi cara sobre ella, mi mejilla derecha sobre ella, me quedé dormido. Creo haber abierto un ojo, pero la funda roja me susurró que siga durmiendo un cachito más. No me pude resistir.
Al rato me volví a despertar, sin pensar prendí la tele para ver qué hora era. Las nueve, creo que decía, no podía ver bien, los ojos todavía abriéndose. Cambié y Susana hablaba con esa voz irritante que tiene, hablaba pero yo no la escuchaba. No podía. No sabía que decía, no me interesaba tampoco. Pero me acuerdo que Susana hablaba y yo miraba la almohada.
- ¡La puta madre que te parió!
Con bronca, a la almohada. Una bronca injustificable, una bronca que no se merecía. Pero es que no sabés lo que hizo la hija de su madre. Las dos horas que dormí, no sé cuantos sueños o cuantas imágenes fueron. Pero en todas, en todas estabas vos. Explícamelo. Ella no te conoce, no te llegó a conocer, cómo hizo para retratarte tan bien. Cómo hizo para retratarte con tu misma ropa, la misma ropa que a mi me gustaba tanto. Me gusta como te vestís, te lo viví diciendo.
Pero la almohada no te conoció, e igual me hizo soñar con vos.
Estuve a segundos de cometer la estupidez de contártelo, a segundos de decirte que la almohada nueva me hizo soñar con vos. No sabés como me contuve, no sabés el poder que tuve en ese momento de no flaquear y no marcar tu número en el celular. Es qué ya lo había agarrado, pero no lo había abierto todavía. Me miré de arriba, un segundo, me miré acostado con el celular en la mano y una cara de pelotudo que asustaba. Me miré y me pregunté qué carájo estaba haciendo. Tiré el celular y cerré los ojos. Intentando recordar el sueño, los sueños.
Me paré, Susana seguía hablando detrás y abrí el word. Escribí lo que no me animé a decirte y lo cerré.
Miré la almohada y le dije amablemente que me pida perdón. Ella, nada, muda, ahí, roja de la vergüenza en su nueva posición.
Creo que fue ayer esto, ya no sé con que hora se manejan los días. Leí, miré, hablé, hablé de vos y callé. Le di a la almohada una tregua, y le pedí por favor que no me vengan tus recuerdos. Me dormí otra vez.
Ya de mediodía mamá y su día feriado me despertó con la comida, mis puteadas y mi mal humor buscando la explicación del por qué cuando tiene que estar acá rompe tanto las pelotas. Minutos me quedé acostado, en un momento me había dado cuenta que no te había soñado y sonreí. Sonreí como quien siente que está creciendo y no tiene miedo de hacerlo. Sonreí como te sonreía a vos.
Día, el día transcurrió con normalidad. Cuando sonaba la musiquita del teléfono esperaba metiéndome la ansiedad por el culo. Esperaba con la ingenua intención, de que por el arte de los milagros, tu número apareciera en mi celular, a pesar de que tal vez no eras vos la que llamaba. Esperaba, “ 1, 2,3, abracadabra” y todas esas cosas que no me acuerdo como son. Agarraba el celular, y no. No eras vos. Que desilusión, me prometía que la próxima vez cambiaba de hechizo, de encantamiento, porque esas no eran las palabras mágicas.
Siguió sonando, pero no pasó nada. No eras vos.
La noche pasó, la noche pasó acostado en la almohada mirando una película. El sueño me ganaba, el sueño casi me gana, y casi me duermo. Pero desperté a tiempo. Desperté a tiempo para hablarle a la almohada y pedirle que no me haga soñarte otra vez. Pero no le hablé, tuve miedo, desde hace un rato que tengo miedo de hablarle. A ver si en la igualdad del 1 a 1 decide sacar ventaja para su lado, cabezazo y gol en contra. No. Es que ella empezó, seguramente ahora que empatamos vuelva a sacar ventaja ella.
Tengo pánico. Y me puse a escribir, porque tengo pánico de la almohada nueva. No te conoce y me hace soñarte.
Sabés, me puse a pensar que tal vez de la misma forma que te soñé, te inventé. Es que eras tan hermosa como para ser real. Tal vez te soñé alguna vez y te soñé despierto mil veces más. Tal vez tu nombre no era tu nombre, y a todos mis amigos les mentí sin querer cuando te nombraba. Tal vez el poder de mi imaginación es tan potente, y mi mente hace magia; tal vez el mismo día que te presenté a un granamigo, no eras real. Una ilusión óptica, un invento creado por mi cabeza, por mis deseos.
No lo sé. Ahora tengo miedo de que no hayas existido. Era tan increíble todo, que tengo miedo de que no hayas existido.
Me doy vuelta, veo la cama desarmada, y me acuerdo que una vez la colcha quedó con bollitos, y arrugadas perfectas que un cuerpo sólo no puede inventar. Me acuerdo de las caricias, y de cómo me tirabas de la cama. Me acuerdo de las cosas tan estúpidas, las que me hacían feliz. No, no podías no ser real, nunca me había caído solo de la cama.
Ahora veo la almohada, le pido un poco de piedad pero no quiero dejar de escribir. No quiero que mi cabeza siga maquinando mil cosas más, y que no pueda decírtelas jamás porque “crecí”. Miro a la morocha de TNAgro y me acuerdo que yo en este blog hace un tiempo dije que era hermosa. Pero la veo, la veo. Y te juro que la opacas. La puta madre.
Dejo de teclear dos segundos y le presto atención a los auriculares. Elliott me canta, y Elliott tal vez sea la persona más hermosa que haya existido en la tierra. Elliott se suicidó de la forma mas bella que una persona puede hacerlo. Elliott tuvo el coraje necesario para hacerlo. Elliott tuvo todo eso que me falta a mí. Coraje. Yo no tengo huevos para acostarme en la cama e irme a dormir. Tengo miedo de soñar con vos.
No sé, lágrimas, acá, allá. Tal vez toda una historia inventada, porque sigo sin dormir por las noches, y menos por las madrugadas. Se hace de mañana, la gente se va al trabajo, y yo me voy a acostar. No quiero dormirme, no quiero soñar con vos. Ojalá no sueñe con vos, ojalá no sueñe con vos, y se convierta, otra vez, todo en realidad. O tal vez nunca haya sido real, y mi deseo es el de que por fin todo se vuelva realidad.
4 comentarios:
bueno,
que tengas dulces sueños.
un abrazo norman.
ahora con ironia...
te entiendo, te entiendo.
bigabeatle
Si era demasiado bonito para ser real quiere decir que no fue real?
:*
esas cosas que son demasiado hermosas para ser reales y que tienen el aura de un sueño deben vivirse como si fuera un sueño siempre siempre
y si terminan y uno se despierta, sólo te queda rogar dormirte de nuevo para volver a soñar
hermoso txt :)
me hizo sonreir
pero como todas las cosas hermosas y que te hacen sonreir, me cuesta describirlo y explicar en palabras lo que sentí...
Hola n.!
la vi la vi!
a la peli esa..me encanto..aunque quede medio triste..
gracias por recomendarla.
besos.l.
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