Pensándolo bien, era una historia tristísima, aunque, en el fondo, conmovedora porque, al final, el profesor Bandini acababa sintiendo cariño hacia sí mismo y hacia la gente, y compasión hacia todos los porches que lo rodeaban
había algo infinitamente digno en ese demorarse eterno frente al umbral de la casa, un paso por delante de sí mismos esas noches en que se levanta el feroz viento de la verdad, y a la mañana siguiente estás obligado a reparar el tejado de tus mentiras, con paciencia inoxidable (..)
(City, Alessandro Baricco)
2 comentarios:
ese libro también quiero.
Recordé hace poco que habiamos dicho de ir todos juntos a ver a Lisandro. ¿En dónde quedaron esos planes? ¿Acaso ya tocó y yo no me acordé?
Fui a verlo a Sietecie la vez aquella que tocó cerca de Parque Lezama, y no te ví, pero sé que estabas. Äl menos eso me dijo Leo, y confío en su palabra.
Que sigas bien!
Te manda saludos esta persona desaparecida del ámbito cibernético, salvo en horas laborales (como ahora)
A trabajar se ha dicho!
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