13 julio 2007

brilla

No sé si hay luz. Sólo sé que hay silencio, silencio que es música. Música que es silencio. En realidad la música no es silencio. La música es una que nunca antes había escuchado, pero sí una que empezaré a escuchar. La música no es silencio, pero el silencio es música. La música que suena, y la música que no suena, esa, esa me gusta a mí: la música del silencio. Todavía no me distraje, todavía el silencio es música. Y la música suena en un lugar donde no se ve luz, sólo se ve la luz oscura. La luz negra, la luz de la nada. Es como cerrar los ojos y sentirte solo, pero no me siento solo. No. Alguien respira conmigo. Y alguien esta sintiendo la música, y alguien respira conmigo.
Hay miedo, hay miedo porque la luz negra da miedo, la luz de la nada da miedo. Cuando no hay luz, o cuando hay luz de la nada, es cuando hay miedo. Aunque también aparece el miedo con la luz más brillosa. Pero esta vez no hay luz brillosa, y es solo oscura, es una luz negra que no me hace ver con claridad.
Pero no. Veo con claridad, diviso con claridad un cuerpo. Su cuerpo.
Respira, no al mismo ritmo que el mío, porque yo me calmo. Me calmo y respiro suave, tranquilo. Respiro suave-tranquilo para poder escuchar junto a la música del silencio y de la que no conocía, su respiración. Escucho su respiración, y no me distraigo.
La música, y la luz, y su cuerpo.
La música y su cuerpo.
Su cuerpo, su respiración. Siento su piel. Siento cada centímetro de su piel. La recorro, con una respiración suave-tranquila, la recorro a su piel. La acaricio suave-tranquilamente la acaricio. Respiro poco, respiro casi nada. Ahora mi corazón no necesita del aire de mis pulmones, y necesita de las caricias en su piel. Mis ojos se acercan a su cuerpo, milímetros e infinitos mundos que se vuelven nada, como la luz negra, nada. Se vuelven nada, y mis ojos se apoyan en su piel.
Se alejan, se alejan a milímetros y a munditos. A munditos que vuelven a desaparecer cuando mis ojos vuelven a sentir su piel entre mis parpados.
Su vientre, su cintura. Suave-tranquilo respiro, suave-tranquilo cierro mis ojos, y siento su cintura y siento su piel entre mis parpados.
Dejo de respirar y mi corazón vive a través de mis caricias. De mis caricias en su piel. Dejo de respirar y respiro sobre sus piernas, a través de mis dedos, que suben, que bajan, que rodean sus piernas, sus muslos. Respira más agitadamente, respira más rápido, y ese es mi respiro en su boca, en su cuerpo.
Respiro a través de mis manos sobre sus piernas, sobre su piel. Ella siente mis respiraciones, y expulsa aire e inhala aire con más rapidez, con más crudeza. Ya no respira para un corazón, ya respira por los dos.
Recorro sus piernas, me quedo sobre su izquierda. Mis besos, mis besos en su muslo, en su pierna izquierda. Mis manos, y mis labios. Mis manos y mis labios trasladan mi corazón a su piel. Y siento, siento como le llega a su pecho, que se expande. Mira, mira como se expande su pecho, sus pechos. No, no se puede mirar sobre la luz negra. En realidad sí, sí se ve. Y levanto la mirada, y su pecho se expande.
Qué hago.
Sostiene dos respiraciones, pero cada vez se le hace más difícil sostener mi respiración.
Por Qué.
Porque mi boca respira sobre sus piernas, volviendo al vientre. Se pierde en su ombligo y cierro mis ojos para sentir como desaparezco un rato en su ombligo. Pero no, no me puedo quedar acá, en su ombligo, acostado, tal vez piensa que me quede dormido. Me muevo, me muevo poco pero siempre vuelvo a su ombligo. Y me quedo, y me sigo escapando. Pero me sigo moviendo, un poco, en cámara lenta, con la música más suave y la luz más tenebrosa.
Levanto la mirada, y se ve el brillo de sus ojos, de sus dos ojos. Se ven sus ojos en la luz negra, y se ven como brillan. Ella verá los míos, me distraigo pensando segundos…
Subo, subo hasta respirar cerca de su pecho, siento su corazón latir, siento el mío latiendo junto al de ella. Me quedo callado, oigo la música, ya la luz negra no me llena de miedos. Mi cuerpo, mi ser, mi alma y el de ella, unidos, juntos, acariciándose, mirándose, sintiéndose. Me siente, la siento. Nos sentimos.
Nos vemos, nos brillan los ojos.
Brillamos.
Brillamos por mucho tiempo, por un tiempo incontable, incalculable.
Brillamos, exhaustos. Brillamos, felices.
Mi cara queda a su lado. Mi cara queda al lado de su hombro, de su cuello. Mi cuerpo y el suyo, mirando el techo, mirando el techo en esa luz oscura que nos vuelve a llenar de miedos, que nos hace girar la cabeza, nos miramos. Los ojos siguen brillando.
Vuelvo a respirar, vuelvo a sentir como respiro. Respir a su mismo ritmo, pero desde mis pulmones. Respiramos, acabamos de brillar. Seguimos brillando. No nos da miedo la oscuridad. La luz negra no nos da miedo. La nada no nos da miedo.
Y la música suena, y el silencio sigue sonando. El silencio y las respiraciones bailan, bailan acostadas, en calma. En paz. Bailan en paz. Brillamos en paz.
Paso mis manos sobre mis mejillas. Las manos que hace un rato respiraban sobre sus piernas, ahora se moja en mi mejilla. Y un dedo, un dedo sostiene una lágrima. La sostiene sobre una distancia muy corta, hasta su cara. Hasta su mejilla. El dedo deposita mi lágrima sobre su mejilla. Siento que sonrie. Sonrio. Brillamos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

NONO, O SEAA
NO PODES ESCRIBIR ASII
ES DEMASIADO
ME ENCANTA


ES GENIAL
MUY BIEN
10
FELICITADO


SILVI (:

Christ dijo...

norman, sabes que te quiero, pero... no me gusto ni un poco este post... El contenido muy lindo... pero no la forma de escribir, tanta reiteracion me obstaculizaba muuuuuucho la lectura...mucho...

Anónimo dijo...

Sos cruel..esas palabras son hermosas..

Anónimo dijo...

tanto amor me mata...

señor F.

DNA OníricaMente dijo...

WOW... TAMBIEN TE GUSTA ESCRIBIR... Y POR LO QUE LEO LO HACES MUY BIEN!
BESOS
DANIELA
NOS LEEMOS!

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