qué buen canal encuentro
28 agosto 2008
21 agosto 2008
20 agosto 2008
como el otro día, en el colectivo
un pibe, de veintipico de años, llorando,
medio gritando, medio gimiendo, medio sonriendo, a la madrugada, hablando con alguien,
diciendo "qué se joda, ella se perdió mi mundo"
tal vez alguien más escuchaba, o sólo yo,
lo mire, me miró.
siguió con el teléfono en la mano, cortó al minuto de esa frase,
miró para abajo, y se quebró.
se quebró tanto pero tanto,
como si esa frase no sea el consuelo suficiente que le haga crear que la que perdió había sido ella y no él, que sea sea un consuelo estúpido, falso y poco palpable.
quería pararme, quería decirle que ella se había jodido, por estúpida, o quién sabe por qué, pero que ella seguramente se perdía su mundo hermoso,
pero no le dije nada,
y siguió llorando, y yo con ganas de acercarme.
y nada, nada, nada.
siguió llorando.
toca el timbre, se abre la puerta "ella se lo pierde.." mira a la calle, y baja, con la frente en alto, y tal vez sin la certera convicción de que ella había empezado a perderselo.
el colectivo avanza, camina con la frente en alto, con los ojos vidriosos, con el pelo en la cara, y antes que el semáforo se pierda bajo la luz verde de la calle continua
me mira,
lo miro
y sonríe, sonrío.
seguramente, ella se lo pierde.
si supiera la gente lo pelotuda que es.
si entendieramos lo idiota que somos, lo potencialmente estúpido que nos volvemos. la ceguera descomunal que podemos crear a pesar de hacernos los que ya nos pudrímos, los que ya dijimos basta.
si entendieramos lo pelotudo que somos.. tal vez, tal vez aprenderíamos un poco sobre la libertad, y lo feliz que se puede llegar a ser.
ahora ves a lo lejos y decís qué estúpida es la gente
hacés pito catalán acompañado de un chau, hasta nunca más.
14 agosto 2008
te tengo que contar una historia
te tengo que contar una historia. de esas historias que todo el mundo quiere que alguna vez le pasen, pero que casi nunca pasan. no sé si a todo el mundo le gustaría vivir una historia así, pero a mí me apasiona, y seguramente a vos también.
es una historia que en alguna vida me gustaría vivir, una historia de alguien que no para de crear propia historia.
todo comienza en un hombre que le gusta el buen escribir, que escribe canciones hermosas y va enamorando corazones por ahí. de la misma forma que sus canciones enamoran mujeres, el suyo se desenamora en los gritos inquebrantables que canta al decir; también, como todos, se puede enamorar de ese alguien que no puede aceptar las cosas hermosas que pueden llegar a compartir.
como todos o como muchos, va deambulando por acá y por allá. a veces con la mirada baja y otras con la mirada perdida en esas publicidades que muestran mujeres con belleza de figurita. cuando camina por mi barrio cada dos segundos se enamora de alguien, no sólo de las posibles bellezas de figuritas, si no también, de las bellezas de papel glasé. esas, las bellezas de papel glasé, son las que compartimos en la mirada. las de figuritas nunca me llamaron, es que no tengo ningún álbum que completar y la belleza irreal no es para andar pegando por ahí.
cuando me habla de sus bellezas de papel glasé le sonrío con una envidia sana, con el corazón en su estado más puro de felicidad. le sonrío deseando que esa belleza de papel glasé entienda a quien enamoró. aunque hace mucho tiempo que no habla de nadie, que no comenta sobre los ojos o la voz de alguien.
el chico que canta sus canciones cuando no tiene su guitarra a mano, se llena de vergüenza, salvo que le hables de independiente o de bukowski. cuando no tiene su guitarra en la espalda, camina medio rapidito, con cara de nene si recién acaba de afeitarse.
en esta historia él no lleva su guitarra en la espalda, ni canta moviendo la rodilla. en esta historia él camina por pasillos buscando un aula. se sienta y saca su cuaderno esperando que el profesor se haga presente. el docente llega, se presenta y comienza a hablar. en esos primeros minutos la puerta se abre y los ojos de este muchacho hacedor de canciones cambian de lugar. queda con la cabeza en blanco y se queda mirando a la chica que acaba de entrar. se la queda mirando y su código de humanidad sólo lo lleva a correr su mochila y su saco del asiento continuo. la muchacha sonríe ante semejante gesto de caballerosidad olvidado en estos tiempos y se siente al lado.
tal vez, todo era una cámara oculta o simplemente algo del destino, que el asiento de al lado se encontrara vacío.
en el transcurso de la clase el profesor habla con velocidad, y él escribe prestando atención a lo que se dice, es su primera clase, no se quiere perder nada. mientras escribe se da cuenta que unos ojos espían su hoja, y sonríe. comparte su hoja un poco para luego seguir escribiendo. se pierde en alguna parte por los nerviosismo de la fecha, y hace un movimiento de cuello para que sonara, para descontracturarse un poco. ese movimiento no es nada suave, si no brusco y fuerte. la chica lo mira y le sonríe. y sonríen. ojos en hojas ajenas, con la bondad de avisarle sí había puesto algo mal. entre ricitas, y ojos espiando sin pedir permiso el profesor seguía dando su clase.
al terminar, ella habla y él se desmorona. escucha un acento, un acento extranjero, escucha un español no muy bien finalizado, y escucha una voz sumamente preciosa. se desmorona y sonríe. ella le pregunta algo y sin que concluyera su pregunta, él responde con un sí vergonzoso y feliz. salen juntos del aula, para entrar a otra y no separarse en todo el día.
vuelven juntos en el subte, él se entera que ella es francesa, que viene de parís, y todas las constelaciones del mundo se habían puesto a sus pies. él se entera que ella es del país de los enamorados, de la ciudad de los enamorados y todas las constelaciones no dejaban de brillar. ella, tan hermosa como la dibuja el país, pregunta en un español no finalizado, sí el podría acompañarla al teatro esa misma tarde.
la mira, piensa si esa chica existe en verdad o no, y comienza a sonreír. la sigue mirando, deja de sonreír y se pone a pensar si todo lo que ocurrió en el día fue real o inventado por los fantasmas de su cabeza. no la deja de mirar, y vuelve a sonreír.
con temor, con vergüenza el responde que sí.
terminan yendo a ver una obra que a él mucho no le importa, disfruta la compañía, disfruta de la francesa que había conquistado todas sus futuras canciones en menos de seis horas. disfruta de la historia que cualquier persona sensible amaría vivir. una historia de espontaneidad, una historia de sonrisas y más sonrisas.
al finalizar la obra, ella queda maravillada, y él queda maravillado de ella. de una voz suave, dulce y emocionada. de una voz especial y transparente, que habla uniendo y desuniendo verbos mal conjugados, y adjetivos en ordenes indeterminados. ella propone ir a cenar o tomar algo, él la sigue.
hablan de sus vidas, hablan de sus otras vidas y de sus ganas del mañana. hablan de la noche, y de las estrellas. hablan de todo lo que los hacía sonreír. él detiene la charla y cuenta qué lo que no lo hace feliz en circunstancias así, es el no vivir en capital, viviendo con el reloj en las manos para saber la hora y poder llegar con tiempo al último tren. mira la hora y sin sonrisa cuenta que debe partir. ella olvida su sonrisa por unas milésimas de segundos. por unos segundos no tiene sonrisa, pero su boca vuelve a sonreír cuando le agradece por acompañarla, y ambos estallan en risas cuando ella agradece al destino por haberlos encontrado.
antes de irse, él agarra una botella y le pide un favor. ella sonriente y sorprendida acepta sin condiciones.
señalando lo primero que encuentra, la etiqueta de una botella, le pide que por favor la lea en voz alta, explicándole que hacía mucho tiempo que no escuchaba una voz tan linda, de esa forma podría volver a su casa un poquito más enamorado.
13 agosto 2008
10 agosto 2008
06 agosto 2008
españa
es más probable que yo termine por esos pagos que todos estos muchachos se decidan venir a sudamérica (aunque el día que vino el señor vegas fue lo más hermoso)
primer rejunte español
1. standstill - feliz en tu día
..cantame una canción que me diga lo feliz que estoy..
2. love of lesbian - villancico para mi cuñado fernando (que ya lo había puesto hace un tiempo)
love of lesbian - noches reversibles
.. y grites.. creo que voy a empezar a romperme.. y ya no me importa que mire la gente
3. vetusta morla - salvese quién pueda
puede ser que mañana esconda mi voz por hacerlo a mi manera. ¡hay tanto idiota ahí fuera!
4. manos de topo - no doy la talla
y ahora mi vida es tan aburrida, podría haber sido tu salvavidas y además no doy la talla al hacerte el amor.. solo pretendo ser pluscuamperfecto, nunca pude igualar tu vibrador, soy capaz de tirarme desde un sexto no le des tanta importancia al amor.
manos de topo - morir de celos
interesante, conmigo siempre te haces la interesante. lo triste es que funciona, consigues excitarme, pornografía barata es la oferta de este mes.
05 agosto 2008
Hace unos días tuve el sueño más feliz del mundo. El más feliz triste, o el más triste feliz; no importa como se diga porque no hay ningún intento de adjetivar el adjetivo con su anterior. Simplemente de decir que fue el sueño más feliz y el más triste.
No sé cuál había sido el motivo pero estaba caminando por el andén. Aburrido de esperar (no sé si era que estaba cansado, que tenía miedo o sólo si había sido culpa de la cosmología del sueño) me senté al lado de un grupo de personas. Al lado de una chica, que a su vez estaba al lado de una parejita. Al rato, el muchacho de dicha unión decide partir. Saluda a su novia, saluda a la chica y me saluda a mí; sorprendido lo miro y veo a la chica sonreír. Él pregunta en su voz semipronunciada algo sobre mí, sí yo era Luis o algo así; no llegué a reaccionar con claridad y a hacer hincapié en la confusión, que en el medio la chica había vuelto a sonreír y él ya no se había ido.
Minutos después el tren llega, subo en el mismo vagón que la chica, sentándome sin querer a milímetros de distancia. La que formaba parte de la pareja que se había disuelto confusión por medio, ya no estaba, también había desaparecido. Quién sabe la hora, sólo sé que empezaron las típicas imágenes superpuestas: de repente el tren se volvía colectivo y en los asientos de en frente una conocida me ponía caras para que me riera, produciendo en mi bronca, vergüenza y ganas de escupirle la cara, deseaba que se vaya de ahí.
En esa mezcla del espacio llegué a preguntarle algo a la chica, con la seguridad de que no iría a responder. Pero me respondió y no dejaba de sonreír. Esa chica era de esas chicas hermosas de pelo cortito, rapado, esas chicas que llevan el rapado con hermosura femenina (hace unos años aprendí, gracias a ibi, que las mujeres que saben llevar una pelada con sutileza y femineidad son dignas de todos mis halagos).
Hablando me entero que bajaríamos en el mismo lugar, y que tendría una cita en el café en frente a la estación. Al escuchar eso mi cara interior cambio rotundamente, pero la de afuera seguía sonriendo, quería seguir hablando.
Otra vez un rejunte de espacio y tiempo.
Ella debía hacer tiempo, todavía no eran ni las ocho ni las nueve; revisé mi diezmada agenda que me enseñó que lo único que debía hacer al llegar a destino era volver a casa, por lo cual casi sin ganas (mm…) me propuse a prestarle un poco de mi tiempo.
Una vez más las imágenes se mezclaban y la noche se había vuelto noche. La chica de pelo corto y yo cruzábamos hacia aquel bar donde ella iba a tener la cita.
Amnesia, teletransportación o algo así, sin terminar de cruzar la avenida, ella y yo ya estábamos sentados en el bar con algunas tazas de por medio y su sonrisa que me hacia sonreír.
Nos reímos al decir que todo eso era hermoso, que se parecía a Befote Sunrise. Al mirar el reloj me di cuenta que debía irme, que su cita estaba por caer. Comenté de la hora y hablamos de la despedida entre Jesse y Celine en la estación de Viena, pero nosotros estábamos en la mesa de un café en Buenos Aires.
La conversación de ese momento es el único detalle lúcido que tengo en la retina en este momento, con el correr de los días es lo único claro que me quedó.
-Ellos primero especularon en verse a los cinco años, y yo no quiero verte en cinco años.
-Yo tampoco, y ellos tampoco quisieron. Por eso terminaron arreglando para verse a los seis meses…
-Sí, pero nos terminamos enterando nueve años después que él fue y ella nunca llegó. Y yo no quiero en seis meses estar acá solo para luego escribir un libro sobre vos.
-…pero no. Seis meses no, es mucho…mejor en un mes…
-…mejor en una semana…
Y reímos mucho. Agarró mis manos y me dijo “Mejor ahora. Quedate conmigo esta noche y todas las demás” y seguimos sonriendo…
Pero claro, alguien abrió la puerta llamándome logrando despertarme. Putié mucho, mucho; diez, veinte, treinta segundos y quise retomar el sueño. Pero no sucedió esa magia de retornar en el mismo sueño. Ya no puteaba, me di cuenta en otras fracciones de segundo que ese sueño no podía continuarse, que la lógica de la vida hizo que soñara hasta ahí, que cuando sonreíamos con más fuerzas alguien abriera la puerta para llamarme. Ya no puteaba, sonreía como la persona más tonta del mundo.
Pero… pero… hay muchos mas peros.
Sólo un sueño, el más hermoso; sólo un sueño, el más triste. Por qué triste? Porque uso una vez cada cinco mil viajes un tren. Triste porque esas cosas sólo pasan en sueños y en las películas. Para sacarte la tristeza te hablan de que podés conocer a miles de personas en todos los lugares posibles, en la internet por ejemplo. Yo sólo les puedo responder que ninguna persona me va a decir “mejor ahora. Quedate conmigo esta noche y todas las demás”…
Y ahora me pongo a analizar. Qué inteligente que soy (?) hasta en sueños la vida te ataca con su estructuralismo… esa cita era yo (?)(?)(?).
04 agosto 2008
Cerrar los ojos para no ver quién te está mirando. Te dice cosas lindas, pero a vos sólo te produce rechazo; tu cara ni se inmuta, pero tu alma se incomoda. Cerrar los ojos para no verla desnuda; porque ya no tenés la más puta intención de estar con ella así en ese lugar, pero tampoco te nacen las ganas de irte, de ponerte los pantalones, atarte el pelo enrulado despeinado y decir hasta luego o simplemente callando palabras.
Cerrar los ojos para no ver qué te está diciendo, para no prestar atención y ser un hijo de puta más. Cerrar los ojos para poder imaginar que te lo dice Ella, la que realmente querés, la que realmente te importa; la que sabe como decirlo, diciéndolo de esa forma que te deja perplejo, que te deja sin respiración y con la sonrisa más hermosa.
Cerrás los ojos porque no querés ver esos ojos mirando a una persona tan desagradable, como vos, que está pensando en la verdadera Mujer y no en este intento de replica que ni los suspiros te producen cosquillas.
Cerrás los ojos porque no querés ver el techo para no imaginar desde arriba tu asqueroso cuerpo acostado en esa cama que no puede cobijarte sin hacerte pensar en la mierda que sentís por dentro.
Y cerrás los ojos y sentís asco, y sentís mierda, pero realmente no te nace ni una puta gana de abrir los ojos, levantarte y cerrar la puerta detrás de ti.
Cerrás los ojos porque esas ganas no nacen, no emergen, simplemente son pequeñas semillas que no van a florecer; entonces te sometés a la noche y acompañas cabizbajo al nacimiento de un nuevo recuerdo donde otra vez ni siquiera llegaste a un maldito orgasmo.
Por inercia estúpida, sumisa y un poquito de respeto te queda abrir los ojos de vez en cuando, hasta que pase todo eso, hasta que esa desnudez ajena de dicha nena se mueva a un costado: hasta que todo pase, te vistas, te tomes un colectivo y llegues a casa para sentarte y escribir un recuerdo más de decepción de cuerpos, porque tu Mujer no existe, porque las niñas buscan una ternura que a vos te desagrada, porque la ternura de Mujer que te apasiona hace mucho no te saluda.