De la misma forma que un señor clon, gemelo y persona grandecita llamada Javier me inundó los días diciéndo que lea al señor Alessandro Baricco, hoy, ene, les dice lo mismo: leanlo.
Lo admito, Seda no me pareció tan genial como el primer susodicho (el clon) me dijo que me podría parecer. Pero, hoy, estas noches y estos días estoy leyendo Océano Mar y es.. es.. es... demasiado hermoso..
(..)Bartleboom tiene treinta y ocho años. Él cree que en alguna parte, por el mundo, encontrará algún día una mujer que, desde siempre, es su mujer. De vez en cuando lamenta que el destino se obstine en hacerle esperar con obstinación tan descortés, pero con el tiempo ha aprendido a pensar en el asunto con gran serenidad. Casi cada día, desde hace ya añós, toma la pluma y le escribe. No tiene nombre y no tiene señás para poner en los sobres, pero tiene una vida que contar. Y ¿a quién sino a ella? Él cree que cuando se encuentren será hermoso depositar en su regazo una caja de caoba repleta de cartas y decirle
- Te esperaba.
Ella abrirá la caja y lentamente, cuando quiera, leerá las cartas una a una y retrocediendo por un kilométrico hilo de tinta azul recobrará los años -los días, los instantes- que ese hombre, incluso antes de conocerla, ya le había regalado. O tal vez, más sencillamente, volcará la caja y, atónita ante aquella divertida nevada de cartas, sonreirá diciéndole a ese hombre
- Tú estás loco.
Y lo amará para siempre (..)
2 comentarios:
Y espera a leer "Tierras de cristal":
"Entonces, solo entonces, Jun Rail levanto la cabeza del escritorio y dirigio su mirada hacia la puerta cerrada. Jun Rail. El rostro de Jun Rail. Cuando las mujeres de Quinnipak se miraban al espejo pensaban en el rostro de Jun Rail. Cuando los hombres de Quinnipak miraban a sus mujeres pensaban en el rostro de Jun Rail. El pelo, los pomulos, la piel blanquisima, el pliegue de los ojos de Jun Rail. Pero ms que cualquier otra cosa -ya estuviera riendo, o gritara, o callara, o simplemente estuviera alli, como esperando- la boca de Jun Rail. La boca de Jun Rail no te dejaba en paz. Te taladraba la fantasia, simplemente. Te embadurnaba los pensamientos. "Un dia, Dios dibujo la boca de Jun Rail. Y fue entonces cuando se le ocurrio aquella extravagante idea del pecado". ASi lo contaba Ticklet, que sabia algo de teologia porque habia sido cocinero en cierto seminario, asi lo decia èl al menos, era una carcel decian los demas, idiotas, es lo mismo, decia èl. Nadie podria conseguir dibujarlo, decian todos. El rostro de Jun Rail, obviamente. EStaba en la fantasia de cualquieras. Y ahora estaba alli -sobre todo alli- vuelto hacia la puerta cerrada, porque hacia un momento que se habia levantado del escritorio para mirar la puerta cerrada y decir
-Estoy aqui."
Será así, qué en algun lugar de este mundo está ese EL o ELLA?
Muy bello tu post, dulce y esperanzado.
Besos Norman.
Publicar un comentario